El virreinato tardío (1800-1820), los primeros caudillos (1822-1839), la década de la consolidación de la deuda (decenio de 1850), la tardía era del guano (1869-1839), el militarismo de la posguerra (1885-1895), el Oncenio de Leguía (la década de 1920), el Docenio militar (1968-1980) y el fujimorato (la década de 1990) fueron los ciclos de corrupción en la Historia del Perú, según Alfonso W. Quiroz



Por: Marco Roncagliolo


Según Conceptodefinición.de, la corrupción es definida como “la acción humana que transgrede las normas legales y los principios éticos”. En el caso peruano, el historiador Alfonso W. Quiroz ha estudiado la corrupción desde la Colonia hasta fines del Siglo XX, y publicó un libro llamado “Historia de la Corrupción” que desarrolla los ciclos de la corrupción. Estos ciclos de la corrupción son los siguientes: El virreinato tardío (1800-1820), los primeros caudillos (1822-1839), la década de la consolidación de la deuda (decenio de 1850), la tardía era del guano (1869-1839), el militarismo de la posguerra (1885-1895), el Oncenio de Leguía (la década de 1920), el Docenio militar (1968-1980) y el fujimorato (la década de 1990). (Quiroz: 2014, p. 425)


Primero fue la red Patrón-Cliente durante el virreinato tardío, la raíz colonial de la administración de las patrimoniales cortes virreinales; un séquito de patronazgo que se beneficiaba con monopolios, privilegios y cargos oficiales comprados; y las prácticas corruptas fortalecieron el abuso y la explotación de la población indígena, el descuido de las minas, el contrabando y el fracaso de la reforma colonial. 

Uno fue el virrey Fernando de Torres y Portugal, conde de Villar, acusado de tráfico de influencias por súbditos contrariados y recibir sobornos a través de la mediación de parientes su hijo Jerónimo de Torres y su sobrino Diego de Portugal y de clientes, Juan Bello, su secretario y chivo expiatorio para otorgar nombramientos oficiales y conceder otros favores. Otro el virrey Amat y Junyent, quien contribuyó al patronazgo y la corrupción sistemática a nuevas alturas. El Consejo de Indias, el presidente de la Audiencia de Lima, Pedro Bravo del Rivero, fue suspendido de sus funciones en 1764 por haberse dedicado a negocios ilegales. El oidor jubilado José de Tagle Bracho, un marqués de Torre Tagle, fue acusado de haber defraudado a los soldados del presidio del Real Felipe en el Callao y conspirado con los oidores de Lima.

El segundo ciclo, siguió el patronazgo caudillesco, eran círculos de patronazgo entre los caudillos militares, la administración estatal y los compinches privados durante la Independencia y los Inicios de la República. Estos círculos permitió el despojo y la expropiación de bienes privados, el saqueo “patriótica”, el abuso del crédito nacional, las políticas comerciales locales y externas distorsionadas, una diplomacia venal y un contrabando arraigado. Agustín Gamarra y Antonio Gutiérrez La Fuente, oficiales separatistas, colaboraron con el primer pronunciamiento o golpe militar que llevó a José de la Riva Agüero a la presidencia en 1823. Tres años después (1826), el libertador Simón Bolívar les había dejado como prefectos sureños de Cusco y Arequipa. Los dos prefectos conspiraron con Benito Laso, prefecto de Puno, para conformar una federación sureña separada del resto del país. (Quiroz: P. 111)


De ahí, el tercero fue la consolidación de la deuda, la prominencia patriótica caudillista y la corrupción en la adquisiciones militares mediante el contrabando de plata y la pérdida concomitante de rentas continuó y creció hasta el decenio de 1850 y más tarde aun. Entre 1840 y 1850, los sobornos en los contratos se dispararon.(Quiroz: Pp. 134-135) Los gobiernos de Echenique-Torrico (1851-1855) y Gamarra-La Fuente (1829-1833) fueron los más corruptos del temprano periodo republicano. A pesar de que, Domingo Elías y Ramón Castilla pujaron, inicialmente protestando públicamente, estimulando levantamiento y conflictos civiles armados, y deponiendo autoridades corruptas, fueron demasiado débiles para imponerse y no estuvieron exentos de sus propios intereses particulares. (Quiroz: P. 136)

La tardía era del guano era el tercer círculo, consistieron de las fallidas políticas financieras y comerciales y los vínculos entre las camarillas gobernantes e intereses extranjeros contribuyeron a una extensa corrosión. (Quiroz: P.40) Los gobiernos de Balta-Piérola (1869-1872) y la dictadura de Piérola (1879-1881), durante la guerra con Chile, resultaron ser los más corruptos de esta época. La participación de Parlamentarios y jueces en el tráfico de influencias, evadiendo las mejora de leyes y reglamentos, lo que permitió el fracaso de unos intentos de jefes peruanos de reducir las pérdidas durante la ocupación chilena. (Quiroz: Pp.180-181)

El quinto fue el militarismo posguerra, que se refiere al periodo entre 1899 y 1919, después de la Guerra del Pacífico. En este periodo se dio el movimiento insurreccional pierolista que conspiraron contra la estabilidad institucional y el control de la corrupción, como Leguía y Billinghurst. (Quiroz: P. 238) El sistema electoral mediante juntas electorales, terminó en fraudes, compra de votos y otras medidas dictatoriales. (P. 239) Asimismo, se alcanzó mayor libertad de prensa, aunque intentaron manipularla Piérola, Leguía, Billinghurst y el general Benavides. El mal manejo de la deuda externa, el soborno en las compras civiles y militares, además de las coimas en las inmensas obras públicas a ser las principales formas de corrupción, incrementaron el déficit y los costos al público. (P. 239) Con el fin de legitimar el nuevo régimen militar se impuso un tribunal de sanciones para castigar a exfuncionarios y captar el respaldo del pueblo. Lamentablemente, las gestiones de dicho tribunal se echaron a perder debido a sus cuestionados procedimientos y su naturaleza inconstitucional. (Pp. 239-240)

El sexto fue el docenio militar, entre 1931 y 1962, el papel político de las fuerzas armadas durante donde los gobiernos del coronel Sánchez Cerro, el general Benavides y el general Odría en la adquisición de armas se dieron las corruptelas militares (Quiroz: P.293), encumbró a dictadores militares y líderes populistas (demagógicos e intervencionistas) (Quiroz: P.41) y las disputas electorales mediante un amañamiento, en el fraude y los pactos secretos de los partidos políticos, descuidaron las reforma políticas e institucionales. (Quiroz: P. 294) 

Entre los años 1940 y 1950, se desarrolló la industrialización que permitió el favoritismo, el tráfico de influencia, los abusos y el contrabando, el cual aumentó la inflación y los déficits, y rentas perdidas, durante los gobierno de Prado y Bustamante. (Quiroz: P.294) Por su parte, la prensa y la oposición parlamentaria, expusieron escándalos e hizo pública el perdón de los antiguos líderes corruptos en la clásica fórmula del "borrón y cuenta nueva". (Quiroz: Pp.294-295)


Entre los años 1963 y 1970, los gobiernos democráticos estuvieron acosados por escándalos de corrupción y no pudieron contener el poder militarista. (Quiroz: P 41) Es así, como el gobierno de Fernando Belaunde y su partido Acción Popular, se vincularon a la influencia militar y  a la corrupción en las adquisiciones del Estado. Mientras tanto, el Apra, con interés en ganar la presidencia, no apoyó las reformas y las políticas de Estado. En el Congreso se dio la investigación parlamentaria de contrabando, la cual fue interrumpida por el golpe militar de 1968. Así, pasó la Constitución, las instituciones, las políticas públicas, la economía y los medios, al control militar; y el Congreso, fue cerrado y las autoridades judiciales y gobiernos locales nombrados y ratificados por militares. (Quiroz: P. 345)

En el periodo 1970 y 1989, los problema de narcotráfico, asociados con la creciente producción y el contrabando de cocaína malograron la ley y las instituciones judiciales. Durante el segundo gobierno de Belaunde y el primer gobierno de Alan García, se dieron las rentas perdidas y otros costos continuaron. A Alan García, se le abrió una acusación formal y procesamiento, pero el manejo torpe y razones técnicas terminó descarrilando los procesos. (Quiroz: P. 346)


En último lugar, el Fujimorato, el gobierno del presidente Alberto Fujimori y su asesor presidencial Vladimiro Montesinos alcanzaron grados de corruptela incontrolada. Se creó un aparato policial y militar para luchar contra los subversivos, que terminaron manipulando el Estado y cometiendo delitos contra los derechos humanos. Además, se acaparó los fondos secretos para los sobornos en el SIN, la malversación de fondos de pensionistas, los cupos al tráfico de drogas, entre otros. Asimismo, se captó al Congreso, mediante a pagos de salarios ilegales y sobornando a los congresistas de la oposición como de su partido. Finalmente, la administración económica y financiera, se manejo mal, hubo conflictos de intereses y el abuso de la privatizaciones, mientras los medios de comunicación se dedican a manipular a la opinión pública y apoyar política de Fujimori. (Quiroz: Pp. 399-400)

Los niveles altos de la corrupción y los intentos por luchar contra ella, aunque de manera fallida, se le llama al desarrollo de los ciclos de la corrupción en el virreinato tardío (1800-1820), los primeros caudillos (1822-1839), la década de la consolidación de la deuda (decenio de 1850), la tardía era del guano (1869-1839), el militarismo de la posguerra (1885-1895), el Oncenio de Leguía (la década de 1920), el Docenio militar (1968-1980) y el fujimorato (la década de 1990), en la Historia del Perú. 


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