En busca de Kymper: El hombre de vidas múltiples



Por: Marco Roncagliolo


La novela Kymper de Miguel Gutierrez es un más un thriller político como lo menciona el autor por “la idea de componer un thriller político” debido a la influencia del autor Grahan Greene. Al personaje de la historia lo persiguen todos, lo persigue las fuerzas armadas, especialmente el Comando Rodrigo Franco, por ser un antiguo militar; lo busca Sendero Luminoso por su afiliación al partido y riñas internas; lo busca su exesposa quien envió un sicario para matarlo. 


La novela se ubica en el año 1992, un claro recuerdo al año que el presidente Alberto Fujimori decide cerrar el Congreso y la captura de Abimael Guzmán, cabecilla de Sendero. Encubierto por una identidad falsa vive en una casa de reposo para ancianos. Pero el grupo paramilitar descubre su escondite.


 Al comienzo de la novela, se encuentra recluido en una habitación cerrada, hasta que es liberado por un emisario: “Ahora que el pequeño emisario ha abierto el pesado candado y le ha dicho que ya puede huir, Kymper, a la sazón un hombre de cincuenta y cuatro años, se incorpora, se pone de pie, sintiendo las piernas entumecidas”. 


Siempre supo que lo encontraría, por lo que tenía un plan de escape: “Como siempre tuvo la seguridad de que, en algún momento, cualquiera de los grupos que lo buscaban para matarlo daría con este último refugio, donde otra identidad permanece desde hace casi siete meses, ha preparado un plan de fuga con la ayuda del cocinero personal” (p. 13).


El relato inicia con Kymper a los cincuenta años de edad. En su juventud fue parte de la Juventud Comunista y dirigió la lucha contra la burocracia. Un asunto privado lo lleva a renunciar a su militancia. Ese año, el Partido se divide en dos líneas la de Moscú y otra de Pekín. Kymper continúa sus estudios en la Sorbona en París. En los siguientes treinta años Kymper realizará trabajos de campo para patrocinio de fundaciones extranjeras en las selvas del Huallaga.


En esta oportunidad un destacamento de Sendero Luminoso guiado por nativos captura a Kymper, pero es conducido al campamento por el comisario político. Allí Kymper surge el conocimiento del joven carismático y marxista recitando a Mao y el Foro de Yenan, en tanto conversa con los cashibo-cacataibo. Tres días después, él logra ganarse la confianza y lo dejan ir. Antes de irse le dicen que el Partido tiene ojos y oídos en todas partes.


Luego de los rápidos de Shapaja, Kymper navega el río en una lancha motorizada. Al llegar al pueblo, un helicóptero militar lo espera y él piensa que lo lanzaran al vacío desde el helicóptero. Él descarta el temor porque su vida con mucho sexo y sin amor, sus hijos lo odian y las paginas de informes no tienen valor alguno. En tierra un jeep lo espera y lo lleva al cuartel de Yurimaguas. Incomunicado en un cobertizo sigue . El quinto día 


Kymper, un hombre marcado por su pasado violento y militante, recuerda con pesar el asesinato de Dodero, un joven aprista, a quien mató en 1961 durante unas elecciones estudiantiles. Aunque por años intentó justificar ese acto en medio de la violencia política y los estragos de la guerra interna en Perú, un reciente mensaje anónimo y la conversación con Bracamonte reavivan su culpa y temores. En ese contexto, pasa una noche junto a Maya, una joven que recogió en medio de una redada policial y que ahora está en su casa.


A lo largo de la velada, Kymper alterna pensamientos sobre el pasado —la traición de su madre, la memoria de su padre, el juicio político que sufrió por conducta inmoral— con su presente inquieto y desgastado. Maya, por su parte, representa una juventud marginal y desamparada, mezcla de ternura y picardía, que intenta establecer una conexión con él, primero desde la camaradería y luego con una propuesta íntima que él rechaza. El rechazo no proviene de desdén sino de cansancio vital: Kymper se siente envejecido, ajeno al deseo y a la esperanza.


En la novela emergen los recuerdos familiares, el abandono de su madre. Su padre, militar y aprista, les explicó con dignidad el abandono de su madre: “Vuestra madre, doña Encarnación, ha abandonado este hogar. Ella no era feliz aquí y ansiaba serlo... Recuérdenla, niños, ámenla, ya que nunca dejará de ser vuestra madre” (pp. 70–71). Estas memorias, lejos de ser un simple fondo, constituyen las heridas más profundas que arrastra el protagonista.


Durante una redada policial en la avenida Arequipa, Kymper se encuentra con Maya por primera vez: “—Tío, ayúdame. Por favor, señor, ayúdeme— dice una voz de muchacha, mientras una mano lo agarra del brazo” (p. 90). Él la protege sobornando a los policías que intentan extorsionarlo con cinismo: “—¿Has oído, Kymper? Está por acabársenos la gasolina y todavía tenemos que patrullar toda la noche. Demuestra que eres amigo de la policía. ¿O quieres que nos llevemos a ‘tu sobrina’?” (p. 91). Maya le agradece, le dice: “—Gracias, tío —le dice—. Me salvaste de estos conchesumadres. ¿Sabes lo que les hacen a las rucas después de las redadas?” (p. 92).


Al final, Maya, aunque herida en su orgullo, intuye que Kymper oculta una identidad y un pasado más profundo de lo que aparenta. Él, en cambio, decide no indagar más en la historia de la muchacha y reafirma su deseo de cerrar la noche, distanciándose emocionalmente. La escena revela un cruce de soledades entre dos personas marcadas por la violencia, la desilusión y la necesidad de afecto, en un Perú fragmentado por la guerra interna y las heridas del pasado político. En palabras de un personaje: “Él era conocido como Camarada Benel, y se lo consideraba el número 5 de Sendero Luminoso \[...] Vera es una mujer interesante, muy interesante, y atractiva” (p. 43). Kymper insiste en esa entrevista porque quiere defender su inocencia: “Necesito esa entrevista, Cancho. Quiero demostrar que yo no pude ser quien delató la ubicación del campamento senderista que fue atacado por los helicópteros del ejército” (p. 43).


A lo largo de la noche, entre la cena que preparan juntos, las historias de Maya y el silencio interior de Kymper, se crea una atmósfera cargada de ambigüedad emocional. Cuando ella le propone dormir con él como forma de agradecimiento, Kymper recuerda un incidente traumático del pasado: una niña prostituida que le ofrecieron en un hotel de Trujillo. Ese recuerdo, y su total falta de deseo, lo llevan a rechazar la propuesta de Maya con afecto y compasión. No es rechazo, es agotamiento vital. Ya no desea nada. Ni placer ni perdón. En sus palabras, se adivina el derrumbe del hombre que alguna vez creyó en la revolución y la violencia como herramientas de justicia.


Al final, Kymper ingresa a la vivienda que 



Referencias

Gutiérrez, M. (2014). Kymper. Alfaguara.

Gutiérrez, M. (s. f.). Se busca a Kymper. Desco. https://www.desco.org.pe/recursos/sites/indice/752/2112.pdf




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