Tiananmén 1989: Protesta, represión, el legado silenciado de Zhao Ziyang y el silencio actual
Fuente: Infobae. (2025, junio 5). El enigma del hombre del tanque y cómo los fotógrafos protegieron la imagen simbólica de la masacre de Tiananmén [Fotografía].
Por: Marco Roncagliolo
2. Introduccion
Este año se cumplen 36 años de la masacre de Tiananmén del 4 de junio de 1989, pero el debate sobre democratización en China permanece relegado en la agenda internacional. Mientras el modelo autoritario chino se consolida, el legado de quienes intentaron abrir espacios de reforma política ha sido sistemáticamente silenciado. Entre ellos, Zhao Ziyang, secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh) en 1989, representa una figura clave: reformista, moderado, y finalmente purgado por oponerse a la represión militar.
La Revolución Cultural, lanzada en 1966 para erradicar influencias “burguesas” y consolidar el poder de Mao Zedong, dejó un legado de destrucción: educación interrumpida, economías locales en ruinas y millones desplazados. En sus estertores, facciones dentro del Politburó —sobrevivientes, radicales y beneficiarios— competían por influencia, sabiendo que el tiempo de Mao era limitado (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, p. 581). La muerte de Zhou Enlai en enero de 1976 precipitó la crisis, exacerbando tensiones entre reformistas como Deng Xiaoping y radicales como la Banda de los Cuatro. Deng, inicialmente apoyado pero luego criticado, navegó un panorama de acusaciones, fingiendo sordera en reuniones para evadir ataques (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, p. 585).
Durante la Festividad de Qingming en abril de 1976, cientos de miles de ciudadanos honraron a Zhou Enlai en cementerios y en la Plaza Tiananmén, en lo que se conoció como el Primer Incidente de Tiananmén. Delegaciones marcharon con coronas de flores caseras, acumulándose alrededor del Monumento a los Héroes del Pueblo, mientras las autoridades intentaban disuadir la concentración, que llegó a estimarse en dos millones de personas (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, pp. 591–593). La indignación estalló cuando las coronas fueron retiradas: hubo enfrentamientos con la policía, vehículos incendiados, saqueos de puestos de comando y expulsión de extranjeros. La represión fue celebrada por Mao con un escueto “¡Es bueno, es bueno!” (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, p. 598). El 8 de abril, Hua Guofeng ascendió, y Deng fue destituido por “contradicción antagonista” (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, p. 600).
En los meses finales de Mao, su salud deteriorada —diagnosticado con esclerosis lateral amiotrófica, no Parkinson como se pensó inicialmente— complicó la dinámica política. Mao dependía de cuidados intensivos y tenía una expectativa de vida de no más de dos años (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, p. 580). La última reunión de Zhou no fue sobre revolución, sino para criticar a Deng. La reacción popular a la muerte de Zhou fue visceral: un estudiante apostó que Mao lloraría, pero Zhou había navegado la Revolución Cultural en una “posición difícil”, diciendo cosas que prefería evitar (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, pp. 581–582). Deng fue destituido días después, y su rol transferido informalmente (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, p. 583).
En febrero de 1976, Hua Guofeng fue nombrado primer ministro interino, lo que enfureció a Zhang Chunqiao, quien predijo una caída dura para Hua (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, p. 584). Mao pasó su última Festividad de la Primavera en soledad, oyendo petardos distantes, en un momento de vulnerabilidad capturado por su asistente (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, p. 585). La campaña contra el “viento desviacionista derechista” enfrentó resistencia, especialmente en Sichuan, donde pancartas como “¡Amo a mi país!” cuestionaban quién había arruinado la nación. Los periódicos avivaron las críticas contra Deng, reflejando la rabia por la muerte de Zhou (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, pp. 588–590).
A las 00:10 del 9 de septiembre de 1976, Mao falleció. Su electrocardiograma quedó plano pese a los mantras de longevidad. Se activaron planes de emergencia: vigilancia intensificada, munición distribuida (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, pp. 615–617). El arresto de la Banda de los Cuatro el 6 de octubre abortó un supuesto golpe; Wang Hongwen murmuró “no pensaba que ocurriría tan pronto”. Shanghái reaccionó con alivio, anulando alertas. Para el 18 de octubre, se anunció oficialmente: “¡Una gran e histórica victoria!”, cerrando la Revolución Cultural (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, pp. 625–628).
Después de la muerte de Mao Zedong, China se embarcó en un profundo cambio de rumbo. Muchas de las políticas de los veinticinco años anteriores fueron revertidas y se adoptaron nuevas medidas que tenían un leve parecido con las de Mao o las de sus oponentes más convencionales. La economía cambió drásticamente, y para el año 2000, China era el país de más rápido crecimiento en el mundo, enfrentando problemas y oportunidades que incluían más de 100 millones de trabajadores migrantes —activos a los que los empleadores podían acceder, pero que representaban una potencial obligación para el Estado y la sociedad. Muchos trabajadores desempleados regresaron a sus pueblos, y unos 200 millones de chinos continuaron viviendo en el campo, pero se estima que 150 millones se habían trasladado a ciudades y pueblos, lo que muestra un patrón continuo de urbanización. Todas las esferas de la vida se vieron afectadas por el cambio, pero de diferentes maneras y en diferentes velocidades. El cambio artístico e intelectual fue el más intenso; los cambios en la política y sus instituciones, los más lentos (Schirokauer et al., 2006, p. 611).
El programa de Deng Xiaoping fue resumido por el eslogan de las “Cuatro Modernizaciones”, introducidas por Zhou Enlai en 1975. Dirigidas a la agricultura, la industria, la ciencia y la defensa, estas medidas buscaban transformar a China en un país moderno e industrial. Aunque 1979 marcó un progreso económico considerable, China seguía siendo un país subdesarrollado. La Revolución Cultural había tenido un alto costo en educación y tecnología, recompensando la moralidad revolucionaria por encima del profesionalismo y la iniciativa individual. Los mercados laborales se vieron limitados, y el conocimiento técnico fue desplazado por la ideología (Schirokauer et al., 2006, p. 612).
La muerte de Hu Yaobang el 15 de abril de 1989, secretario general del Partido Comunista Chino entre 1982 y 1987, marcó el inicio simbólico de las protestas que culminarían en la masacre de Tiananmén. Reconocido por su defensa de la rehabilitación de víctimas de la Revolución Cultural y por promover la apertura intelectual, Hu fue destituido por su tolerancia hacia las manifestaciones estudiantiles de 1986, acusado de fomentar el “liberalismo burgués” (Nathan, 2001, p. 13). Su fallecimiento provocó una oleada de duelo espontáneo entre estudiantes, quienes se congregaron en la Plaza de Tiananmén para rendirle homenaje. Lo que comenzó como una vigilia silenciosa se transformó rápidamente en una protesta nacional que exigía libertad de prensa, transparencia gubernamental, lucha contra la corrupción y apertura democrática. Más allá del duelo por Hu, el descontento acumulado durante la década de 1980 había generado un caldo de cultivo explosivo: la inflación urbana alcanzó el 30% en 1988, afectando gravemente el poder adquisitivo de los trabajadores (Zhao, 2001, p. 45); el desempleo juvenil crecía en las ciudades, mientras más de 100 millones de migrantes rurales se desplazaban hacia zonas urbanas en busca de oportunidades (Schirokauer et al., 2006, p. 611); y la corrupción se había convertido en un fenómeno sistémico, con funcionarios locales involucrados en prácticas clientelistas y enriquecimiento ilícito (Nathan, 2001, p. 22). Estos factores, combinados con la falta de canales institucionales para expresar demandas sociales, convirtieron la plaza en el epicentro de una exigencia colectiva por reformas estructurales.
3. Las protestas de Tiananmén (abril–junio de 1989)
Las protestas de Tiananmén de 1989 fueron el resultado de una acumulación de tensiones sociales, económicas y políticas que se intensificaron durante la década de 1980. El detonante inmediato fue la muerte de Hu Yaobang el 15 de abril, pero el malestar venía gestándose desde años atrás. La inflación urbana había alcanzado el 30% en 1988, afectando gravemente el poder adquisitivo de los trabajadores (Zhao, 2001, p. 45), mientras la corrupción se había convertido en un fenómeno sistémico, con redes clientelares que involucraban a funcionarios locales y altos cuadros del Partido Comunista Chino (Nathan, 2001, p. 22). A esto se sumaba el desempleo juvenil, la migración rural descontrolada y la falta de canales institucionales para expresar demandas sociales.
Lo que comenzó como una vigilia estudiantil en homenaje a Hu Yaobang se transformó rápidamente en una movilización nacional. El 22 de abril, durante el funeral de Estado, miles de estudiantes se congregaron en la Plaza de Tiananmén con pancartas que exigían “libertad, democracia y transparencia” (Huguet Pané, 2024). El 27 de abril se organizó una marcha masiva que incluyó no solo estudiantes, sino también trabajadores de fábricas, periodistas y funcionarios retirados. La protesta adquirió un carácter multisectorial, y los líderes estudiantiles convocaron a huelgas de hambre a partir del 10 de mayo, lo que intensificó la presión sobre el gobierno.
La presencia del líder soviético Mijaíl Gorbachov en Beijing el 15 de mayo, en visita oficial, atrajo a cientos de periodistas internacionales, lo que dio visibilidad global a las protestas. Las imágenes de miles de jóvenes acampando en la plaza, leyendo manifiestos y cantando himnos democráticos, contrastaban con la rigidez del aparato estatal. El gobierno, dividido entre reformistas como Zhao Ziyang y conservadores como Li Peng, optó por declarar la ley marcial el 20 de mayo. La tensión se mantuvo durante dos semanas, hasta que en la noche del 3 al 4 de junio, el Ejército Popular de Liberación ingresó a Beijing con tanques e infantería, disparando contra civiles desarmados y desmantelando los campamentos por la fuerza (Humanidades.com, 2024).
Las estimaciones sobre el número de muertos varían entre 200 y 2,000, aunque algunas fuentes sugieren cifras más altas. Las víctimas incluyeron estudiantes, trabajadores, periodistas e incluso soldados. La represión se extendió más allá de la plaza, con arrestos masivos, ejecuciones selectivas y exilios forzados. La imagen de un hombre solitario bloqueando una columna de tanques se convirtió en símbolo universal de resistencia civil, mientras el gobierno chino calificó el evento como el “incidente del 4 de junio” y evitó toda mención pública desde entonces (Nathan, 2001, p. 27).
Aunque las protestas de 1989 fueron únicas en escala y repercusión, su simbolismo se conecta con el Primer Incidente de Tiananmén de 1976, cuando cientos de miles de ciudadanos se reunieron espontáneamente durante la Festividad de Qingming para rendir homenaje a Zhou Enlai. Las coronas de flores de papel, confeccionadas en los hogares, se acumularon en torno al Monumento a los Héroes del Pueblo, y las autoridades estimaron que cerca de dos millones de personas participaron ese día (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, pp. 591–593). La represión de ese acto —que incluyó enfrentamientos, incendios de vehículos y saqueo de puestos de comando— fue celebrada por Mao Zedong como una muestra de disciplina revolucionaria: “¡Elevad la moral es bueno! ¡Es bueno, es bueno!” (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, p. 598). El director de la Oficina de Seguridad Pública de Pekín reconoció posteriormente que sus oficiales habían subestimado la fiereza de los manifestantes y actuaron a la defensiva, mientras el comandante de la guarnición admitió que sus tropas no estaban organizadas para responder (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, p. 597). La narrativa oficial fue rápidamente controlada: el Diario del Pueblo publicó una versión ajustada de los hechos, mientras la comunidad extranjera percibía una avalancha de limusinas sin saber qué ocurría (MacFarquhar & Schoenhals, 2009, p. 599). Este antecedente histórico quedó grabado en la memoria colectiva, y en 1989, la Plaza de Tiananmén volvió a convertirse en el escenario de una demanda nacional por dignidad, justicia y reforma.
Fuente: STR/Agence France-Presse. (1989, May 19). Zhao Ziyang with bullhorn in Tiananmen Square. Getty Images.
4. Zao Ziyang: Memorias de un mediador y reformista
Zhao Ziyang nació el 17 de octubre de 1919 en Hua County, provincia de Henan, una región agrícola del centro de China marcada por la pobreza estructural y agitación política. Se unió al Partido Comunista en 1938 y ascendió gradualmente desde cargos administrativos provinciales hasta convertirse en uno de los arquitectos de las reformas económicas postmaoístas. Como jefe del partido en Sichuan en los años setenta, Zhao comenzó a desmantelar las comunas maoístas y a introducir mecanismos de mercado en la agricultura, lo que atrajo la atención de Deng Xiaoping. En 1980 fue nombrado primer ministro, y en 1987, secretario general del Partido Comunista Chino, convirtiéndose en el principal promotor de la liberalización económica y la modernización institucional (Nathan, 2001, p. 31).
Durante las protestas de Tiananmén en 1989, Zhao se enfrentó abiertamente a la línea dura del Politburó. El 17 de mayo solicitó una audiencia privada con Deng Xiaoping, pero al llegar a su residencia encontró reunidos a sus principales adversarios políticos. “Me di cuenta de que las cosas ya habían tomado un mal rumbo”, escribió Zhao en sus memorias secretas, grabadas en cintas de casete durante su arresto domiciliario. Deng había decidido imponer la ley marcial, desestimando la propuesta de Zhao de dialogar con los estudiantes (Zhao, 2009, pp. 3–5). Esa misma noche, Zhao confió a un colega: “Parece que mi misión histórica ha terminado. Me dije a mí mismo que, pasara lo que pasara, no sería el secretario general que movilizara al ejército contra los estudiantes”.
El 19 de mayo, Zhao apareció en la Plaza de Tiananmén con un megáfono, acompañado por su asistente Wen Jiabao —quien años más tarde sería primer ministro de China—, en lo que sería su última aparición pública. Se dirigió a los estudiantes en huelga de hambre, les pidió que se retiraran, se disculpó por haber llegado tarde y les advirtió que el gobierno se preparaba para desalojarlos por la fuerza (STR/Agence France-Presse, 1989). Al día siguiente, Li Peng firmó la orden de ley marcial, y Zhao fue destituido por “dividir al partido” y confinado en arresto domiciliario hasta su muerte en 2005 (Nathan, 2001, p. 27).
En sus memorias, Zhao relata cómo fue marginado por sus rivales, especialmente por Li Peng, y cómo sus esfuerzos por evitar la violencia fueron bloqueados y saboteados. “La mayoría de los estudiantes solo pedían que corrigiéramos nuestros errores, no que derrocáramos el sistema político”, escribió (Zhao, 2009, p. 47). También afirma que muchas de las reformas atribuidas a Deng —como el impulso al comercio exterior y la apertura de las provincias costeras— fueron originalmente propuestas por él. “Deng era el padrino, pero Zhao era el arquitecto cotidiano de las reformas”, señaló Roderick MacFarquhar en el prólogo del libro.
Las cintas, grabadas sobre canciones infantiles y ópera de Pekín, fueron sacadas clandestinamente de China por antiguos colaboradores como Du Daozheng y Bao Tong. En ellas, Zhao defiende la necesidad de avanzar hacia una democracia parlamentaria para combatir la corrupción y estabilizar el sistema político. “La verdad era todo lo que me quedaba”, dijo Zhao, según su hijo Bao Pu, editor de la edición inglesa del libro.
A pesar de sus contribuciones económicas, Zhao Ziyang será recordado sobre todo por su intento fallido de evitar la masacre del 4 de junio. “La noche del 3 de junio, mientras estaba sentado en el patio con mi familia, escuché intensos disparos”, escribió en una de las cintas (Zhao, 2009, p. 52). Su figura sigue siendo censurada en China, y su legado reformista permanece excluido del discurso oficial.
Fuente: Widener, J. (1989). Tank Man. The Guardian.
5. Las masacres del 4 junio: represión y la censura continúa hasta ahora
“Dijo que soldados del EPL salieron del Ministerio de Seguridad Pública y que abrieron fuego contra la multitud.” Estas fueron las últimas palabras que Yang Minghu alcanzó a contarle a su esposa, You Weijie, antes de morir en un hospital dos días después de haber sido herido en la madrugada del 4 de junio de 1989 cerca de la calle Nanchizi, adyacente a la Plaza de Tiananmén (Centeno, 2025). Yang, graduado de la Universidad de Tsinghua, había participado en las protestas estudiantiles que exigían reformas políticas, transparencia y libertades civiles. Su testimonio, preservado por su familia, es uno de los pocos relatos directos que han sobrevivido a la censura sistemática del Estado chino.
La noche del 3 al 4 de junio marcó uno de los episodios más oscuros de la historia contemporánea china. Tras semanas de movilización pacífica, el gobierno ordenó el ingreso del Ejército Popular de Liberación con tanques e infantería para desalojar a los manifestantes. Las tropas dispararon contra estudiantes, trabajadores, periodistas y civiles desarmados. Aunque la represión se extendió por varias zonas de Beijing, el epicentro fue la plaza, donde se destruyeron los campamentos y se dispersó a la multitud por la fuerza (Humanidades.com, 2024).
22:00 (3 de junio) Juan Restrepo, enviado especial de Televisión Española, recuerda que “la atmósfera en la plaza era tensa pero aún esperanzada”. Los estudiantes seguían cantando himnos y leyendo manifiestos. Algunos líderes estudiantiles, como Chai Ling, habían advertido que la represión era inminente, pero muchos se negaban a abandonar el lugar. “Había miles de personas, familias enteras, periodistas, obreros. Nadie imaginaba lo que estaba por venir” (Restrepo, 2009). A continuación se presentan los testimonios de participantes:
23:30 You Weijie, esposa del ingeniero Yang Minghu, relata que su marido salió de casa para acercarse a la calle Nanchizi, adyacente a la plaza. “Quería ver qué estaba pasando. Me dijo que los soldados del EPL estaban saliendo del Ministerio de Seguridad Pública. Iban armados. Me pidió que no lo acompañara” (Centeno, 2025).
00:10 (4 de junio) Se escuchan los primeros disparos. “Los soldados comenzaron a disparar directamente contra la multitud. No hubo advertencia. La gente corría en todas direcciones”, recuerda You. Yang fue alcanzado por una bala en el abdomen. “Logró regresar a casa con ayuda de un desconocido. Lo llevamos al hospital, pero murió dos días después” (Centeno, 2025).
01:00 El equipo de TVE, aún en la plaza, capta imágenes de tanques avanzando por la avenida Chang’an. “Los estudiantes formaban cadenas humanas. Algunos levantaban las manos. Otros gritaban ‘¡No somos violentos!’”, relata Restrepo. “Vi cuerpos en el suelo. Vi sangre. Vi miedo” (Restrepo, 2009).
02:30 Los campamentos son arrasados. Testigos afirman que los soldados destruyen tiendas, pancartas y equipos de sonido. “Vi cómo golpeaban a los estudiantes con culatas. Algunos intentaban protegerse con colchones. Otros simplemente se quedaban quietos, esperando que no les dispararan”, recuerda un periodista extranjero no identificado (Mozur & Zhong, 2021).
03:00 Zhao Ziyang, confinado en su residencia cerca de la plaza, escucha los disparos. “Estaba en el patio con mi familia. El sonido era inconfundible: ráfagas de ametralladora, gritos, caos”, grabó en una de sus cintas secretas (Zhao, 2009, p. 52).
04:00 La plaza queda bajo control militar. Los sobrevivientes son dispersados. Algunos son arrestados en el acto. “Vi cómo se llevaban a jóvenes en camiones. No sabíamos si volverían”, recuerda You. “La ciudad estaba en silencio, pero no era paz. Era miedo” (Centeno, 2025).
06:00 Los hospitales comienzan a recibir heridos. Médicos informan que muchos presentan heridas de bala en el pecho, abdomen y cabeza. “No teníamos suficientes camas. Algunos murieron en los pasillos”, declaró un médico bajo anonimato en entrevistas posteriores (Nathan, 2001, p. 27).
08:00 La televisión estatal transmite una versión oficial: “Se ha restablecido el orden”. No se menciona la violencia. No se mencionan los muertos. La censura comienza. Las imágenes son bloqueadas. Las llamadas son monitoreadas. “Sabíamos que no podíamos hablar. Sabíamos que no podíamos llorar en público”, concluye You (Centeno, 2025).
Las estimaciones sobre el número de muertos varían ampliamente. El gobierno chino reconoció oficialmente 241 víctimas, incluyendo soldados, pero fuentes independientes y diplomáticas sugieren entre 1,000 y 3,000 muertos. Algunos documentos filtrados llegaron a mencionar hasta 10,000 fallecidos, aunque esta cifra ha sido considerada exagerada por historiadores. La imagen de un hombre solitario bloqueando una columna de tanques —captada por Jeff Widener— se convirtió en símbolo universal de resistencia civil.
Las consecuencias fueron inmediatas. El gobierno impuso una campaña de censura total: se prohibió toda mención pública del “incidente del 4 de junio” (六四事件), se arrestó a líderes estudiantiles como Chai Ling, y otros lograron escapar al exilio. Zhao Ziyang, secretario general del PCCh, fue destituido y confinado en arresto domiciliario por haber favorecido el diálogo con los manifestantes (Huguet Pané, 2024). La represión también provocó sanciones internacionales: Estados Unidos suspendió relaciones militares con China y congeló exportaciones de armas, mientras que otros países condenaron públicamente la masacre.
A más de tres décadas de la masacre de Tiananmén, el 4 de junio sigue siendo una fecha prohibida en China, donde el aparato de censura estatal ha borrado sistemáticamente su memoria: las búsquedas de “1989”, “Tiananmén” o incluso el emoji de vela 🕯️ son bloqueadas en plataformas como Weibo y WeChat (Mozur & Zhong, 2021), mientras libros como Prisoner of the State de Zhao Ziyang están vetados en bibliotecas públicas y universidades (Freedom House, 2023); en Hong Kong, las vigilias conmemorativas fueron prohibidas en 2021 bajo la Ley de Seguridad Nacional, y activistas como Chow Hang-tung fueron arrestados por “incitar a la subversión” (Amnistía Internacional, 2022); en el ámbito académico, profesores como Qiao Mu han sido expulsados por mencionar el tema en clase, y estudiantes que intentan investigarlo enfrentan represalias; incluso encuestas comparativas revelan que mientras más del 70% de los jóvenes en Hong Kong conocían los hechos del 4 de junio, en China continental ese número no superaba el 10% (Lee, 2019, p. 88), ilustrando cómo el Estado ha convertido el trauma en tabú, y la demanda de verdad en delito.
Fuente: The New York Times. (2020). Hong Kong Bans Tiananmen Vigil for 1st Time.
7. Reflexion final
Treinta y seis años después de la masacre de Tiananmén, el rumbo político trazado por Deng Xiaoping —basado en la modernización económica sin apertura democrática— sigue definiendo los límites del poder en China; mientras tanto, las propuestas reformistas de Zhao Ziyang, que abogaban por transparencia, participación ciudadana y Estado de derecho, fueron silenciadas junto con su figura tras oponerse a la represión del 4 de junio de 1989 (Zhao, 2009, pp. 47–52). Desde entonces, el Estado ha perfeccionado un aparato de censura que borra sistemáticamente el recuerdo de Tiananmén: en China continental, el evento está ausente de los libros escolares, bloqueado en redes sociales como Weibo y WeChat, y prohibido en bibliotecas y universidades (Mozur & Zhong, 2021; Freedom House, 2023); en Hong Kong, las vigilias conmemorativas fueron criminalizadas en 2021 bajo la Ley de Seguridad Nacional, y activistas como Chow Hang-tung fueron condenados por “incitar a la subversión” (Amnistía Internacional, 2022); sin embargo, la memoria de resistencia persiste en las cintas grabadas por Zhao Ziyang, en los poemas de Bei Dao, en las fotografías de Jeff Widener y en los testimonios preservados por familiares como You Weijie, que desafían el olvido y recuerdan que la verdad, aunque perseguida, sigue buscando espacio para ser dicha. En este contexto, donde el desarrollo económico convive con el silenciamiento político, ¿cuánto tiempo más podrá China sostener su modelo sin enfrentar las voces que aún reclaman memoria, justicia y reforma?
8. Referencias
Amnistía Internacional. (2022). Hong Kong: Condena de Chow Hang-tung por vigilia de Tiananmén es una farsa de justicia. https://www.amnesty.org/es/latest/news/2022/01/hong-kong-chow-hang-tung-tiananmen-verdict/
Centeno, J. (2025, junio 4). Nuevos testimonios de la masacre de Tiananmen desafían la censura china y reconstruyen lo ocurrido en 1989. Infobae. https://www.infobae.com/america/mundo/2025/06/04/nuevos-testimonios-de-la-masacre-de-tiananmen-desafian-la-censura-china-y-reconstruyen-ocurrido-en-1989/
Freedom House. (2023). Freedom in the World 2023: China. https://freedomhouse.org/country/china/freedom-world/2023
Huguet Pané, G. (2024). La masacre de la Plaza Tiananmén de 1989. Historia National Geographic. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/masacre-plaza-tiananmen-1989_18347
Humanidades.com. . (2024). Masacre de Tiananmén: ¿cómo fue esta represión histórica? https://humanidades.com/masacre-de-tiananmen-1989/
Lee, C. (2019). Memory and Erasure: Tiananmen in Hong Kong and Mainland China. In China Perspectives, 2019(1), 85–90.
MacFarquhar, R., & Schoenhals, M. (2009). La Revolución Cultural China. Crítica, pp. 580, 581, 582, 583, 584, 585, 586, 587, 588, 590, 591, 592, 593, 595, 596, 597, 598, 599, 600, 615, 617, 624, 625, 626, 627, 628.
MacFarquhar, R., & Schoenhals, M. (2009). Mao's Last Revolution. Crítica, pp. 580, 591–593, 595–599, 617.
Mozur, P., & Zhong, R. (2021, June 4). China’s Censors Can’t Keep Up With Tiananmen Memes. The New York Times. https://www.nytimes.com/2021/06/04/technology/china-tiananmen-censorship.html
Nathan, A. J. (2001). The Tiananmen Papers. PublicAffairs, pp. 13, 22, 27, 31.
Restrepo, J. (2009). Testimonio de Tiananmen: enviado especial de TVE en Pekín. Iberchina. https://www.iberchina.org/44-debates/debates/645-testimonio-de-tiananmen-juan-restrepo-enviado-especial-de-tve-en-peken-la-primavera-de-1989
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STR/Agence France-Presse. (1989, May 19). Zhao Ziyang with bullhorn in Tiananmen Square. Getty Images. https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/zhao-ziyang-with-bullhorn-in-tiananmen-square-news-photo/1142741466
Zhao, S. (2001). China’s Political Reform: Obstacles and Prospects. Problems of Post-Communism, 48(3), 43–52.
Zhao, Z. (2009). Prisoner of the State: The Secret Journal of Premier Zhao Ziyang. Simon & Schuster, pp. 3–5, 45–47, 52.
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