El Mare Nostrum: El control sobre el Mediterráneo
Okeanos
Fuente: National Geographic.
Por: Marco Roncagliolo
En junio de 2025, el Perú participó en la Conferencia de los Océanos elaborada en la ciudad de Niza, Francia, lugar donde se firmó el Tratado de Biodiversidad Más Allás de la Jurisdicción Nacional (BBNJ). No es casual que esta ciudad mediterránea, Nicaea fue incorporada al Imperio Romano en el año 154 a.C. Nicaea, como se le conocía, fue incorporada al imperio romano dentro de la prefectura de Italia en la provincia de Liguria. Desde ese momento el mar Mediterraneo fue llamado por los romanos Mare Nostrum se entendió como eje político, comercial y simbólico de Roma.
El proceso de expansión marítima romana se extendió entre los siglos III a.C. y I d.C. Tras la victoria en las Guerra Púnicas contra Cartago. Las batallas como las Islas Egadas en 241 a.C. y la batalla de Zama en 202 a.C., Roma emergió como una potencia marítima controlando las rutas comerciales y estratégicas en el Mediterráneo occidental, según Peñalosa Gómez (2019, p.3). Posteriormente, Roma sometió a Macedonia, Siria y Pérgamo entre los años 200 y 133 a.C., tras la victoria de Octavio en la batalla de Actium en 30 a.C. ante Marco Antonio y Cleopatra. La creación de la flota máritima y los puertos de Ostia y Portus garantizó la pax romana, en tanto el calendario naútico restringía la navegación entre los meses de noviembre y marzo por motivo climático, práctica conocida como mare clausum hiemale (Digesto 4.9.1.1; Vegencio, Epitoma rei militaris, IV.39).
Desde el plano jurídico, el Digesto de Justiniano (D.1.8.2) establece que el mar es res communis, es decir, el bien común accesible a todos por derecho natural: “Et quidem naturali, iure communia sunt omnium haec: aer, aqua profluens, et mare‘. Sin embargo, juristas como Ulpiano reconocían que el Imperio Romano ejerció un control efectivo sobre las rutas, puertos y calendarios de navegación, especialmente las flotas permanentes y restricciones estacionales como el mare clausum hiemale, que prohibía la navegación entre noviembre y marzo por motivos climáticos. Historiadores como Tito Livio en su libro Ab Urbe Condita (libro XXIX) describen la forma en que Roma llegó a consolidar su poder naval posterior a la Segunda Guerra Púnica, asegurando de esa forma enclaves geoestrategicos como Cartago Nova, Sicilia y Ostia. Cicerón, por su lado, en In Verrem, refuerza esta visión para destacar la importancia de las magistraturas navales y la protección de las rutas comerciales como un deber del Estado Romano.
Autores como Estrabon en su Geografía (libros III y VI) describen como Roman organizó los espacios geopolíticos del Mediterraneo por medio de puertos, rutas maritimas y provincias estrategicas. En el plano histórico natural, Plinio el Viejo, en su libro IX de su Historia Natural, presenta el mar como un fuente de recursos, vía de integración y símbolo de civilización mostrando su centro con la dimensión simbólica que provee Virgilio en la Eneida, en la cual Eneas recorre el Mediterraneo como parte de su destino fundacional llega a fundar el Imperio Romano. Finalmente, Tácito, en los Anales, documenta el control de las rutas marítimas en la logística de campañas imperiales en regiones periféricas como Germania y Britania.
La arqueología subacuática ha confirmado este legado romano sobre el Mediterraneo. Cerca de Civitavecchia, a 80 km de Roma, se descubrió un carguero romano del siglo I o II a.C. con cientos de ánforas, sugiere un sistema comercial organizado. En las aguas de Sicilia, cerca de Marausa, arqueologos extrajeron restos de un barco mercante romano del siglo III, conocido como “Marausa 2”, develando tecnicas avanzadas de construcción naval y rutas comercailes entre Africa y la peninsula itálica. Excavaciones en los puertos de Portus y Ostia han revelado un sistema de muelles, almacenes y canales que cumplían el rol de un nodo logístico. El puerto de Portus, ampliado por los emperadores Claudio y Trajano incluía un hexágono artificial conectado al Tíber, diseñado para el desembarco de mercancías y tropas.
El legado del Mare Nostrum sigue vigente en los debates sobre la jurisdicción oceánica y gobernanza global. El control efectivo romano del Mediterráneo fue un reto militar: la construcción de jurídica, logística y simbólica modificó un espacio natural en un sistema imperial regulado. Esto lo muestran los libros de historiadores, geógrafos y juristas romanos que describen la expansión de Roma sobre el Mediterraneo, las costumbres navales de cierre de la navegación por problemas climáticos, la infraestructura comercial y militar que manejó este espacio y el aprovechamiento de los recursos naturales. Además los hallazgos arqueológicos confirman este control romano sobre este espacio marítimo con barcos, puertos y almacenes que muestran el sistema marítimo romano de control sobre el Mediteraneo. Su huella continúa vigente en los tratados internacionales, convenciones marítimas y tribunales que, como en la ciudad de Niza, siguen discutiendo acerca de asuntos oceánicos y gobernanza desde las costas que alguna vez Roma impuso su orden.
Referencias
Estrabón. (ca. 20 d.C.). Geografía, Libros III y VI.
Plinio el Viejo. (77 d.C.). Historia Natural, Libro IX.
Virgilio. (19 a.C.). Eneida, Libros III y V.
Tacito. (117 d.C.). Anales, Libros I–IV.
Peñaloza Gómez, M. T. (2019). Portus, Classe Naviculariusque: Roma y el control del mar Mediterráneo (s. VI a.C–IV d.C). Revista de Historia (Concepción), 26(1), 1–15. Recuperado de https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-88322019000100149
MDZ Mundo. (2023, 28 julio). El excepcional hallazgo arqueológico en las profundidades del mar Mediterráneo. https://www.mdzol.com/mundo/2023/7/28/el-excepcional-hallazgo-arqueologico-en-las-profundidades-del-mar-mediterraneo-356433.html
Sadurní, J. M. (2025, 25 enero). Recuperan los restos de un barco romano de finales del siglo III en aguas de Sicilia. Historia National Geographic.
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